El ex general golpista parguayo Lino Oviedo se entregó el martes a la policía de su país, que lo detuvo para hacerle cumplir una sentencia de 10 años de prisión por sublevación. Oviedo llegó a la principal terminal aérea de Paraguay en un vuelo comercial acompañado de parlamentarios, periodistas y simpatizantes y fue detenido en cuanto pisó suelo paraguayo, informaron testigos. “Las administraciones jurídica y política de Paraguay han cambiado, tenemos un presidente electo democráticamente, tenemos una Corte Suprema de Justicia renovada al menos en 70 por ciento. No tengo por qué tener miedo”, dijo Oviedo a un grupo de periodistas en el avión que lo trasladó desde la localidad brasileña Foz do Iguazú.

(CNN) Siete oficiales de la policía de choque lo esperaban en una de las terminales del aeropuerto Silvio Pettirossi, en donde un agente le leyó sus derechos y le pidió que lo acompañara, mientras sus seguidores daban gritos de ánimo, en medio de una marea de periodistas y reporteros gráficos. Un millar de policías y militares cercaban el aeropuerto desde el lunes para impedir que simpatizantes del ex general llegaran a la terminal aérea. Antes de ser trasladado a bordo de un helicóptero a la prisión militar donde permanecerá recluido y a disposición de la justicia, el ex general, que vestía un traje gris, fue conducido a una ambulancia, para ser inspeccionado por un grupo de médicos. Oviedo, de 61 años, debe cumplir la condena penal militar por intentar un golpe de Estado contra el ex presidente Juan Carlos Wasmosy, en 1996. El fallo es cuestionado por sus abogados, pero fue ratificado por la Corte Suprema de Justicia. Es también acusado de planear el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, muerto en un atentado callejero en 1999 y de organizar otro fallido golpe militar en el año 2000. El ex militar fue trasladado a la unidad militar de Viñas Cué, ubicada a unos 15 kilómetros al norte de Asunción, donde guardará reclusión en una sobria habitación privada que da a un a un zaguán enrejado, en libre comunicación. Un abogado y un escribano lo acompañaron en el trayecto. “Ahora los abogados van a plantear una serie de recursos de impugnación que son legítimos pero harán de esa ley de hierro, que es la condena, una ley de plástico”, dijo el analista político Alfredo Boccia. “Oviedo va a pretender convertir esos 10 años en algo más corto, más viable”, agregó. El ex militar retornó tras cinco años y tres meses de exilio, el primero de los cuales pasó en Argentina, para luego vivir clandestinamente en Brasil y terminar como refugiado en ese país. Un importante sector de los medios de comunicación teme que el regreso del ex general se convierta en el inicio de una ola de inestabilidad política. Sin embargo, las esperadas manifestaciones a favor y en contra del ex militar, que en el pasado causaron conmoción, no se han producido, y salvo por la amplia cobertura de prensa, su llegada no causó sobresaltos en la ciudad. Unas 300 personas aguardaban desde el amanecer con carteles de apoyo al ex militar, banderas paraguayas, globos y pancartas a unos dos kilómetros de la terminal aérea, retenidos por las barreras policiales. Oviedo es la principal figura del partido Unión Nacional de Ciudadanos Eticos (Unace), que fundó tras ser despedido del ejército, como escisión del gobernante Partido Colorado, una agrupación que gobierna Paraguay desde 1947. “El problema de Oviedo es un problema político. Creo que él viene para buscar alianzas políticas y luego solucionar su situación”, dijo el abogado y sociólogo Bernardino Cano Radil. Oviedo estuvo arrestado casi dos meses por agraviar al presidente Wasmosy en 1996, fue preso ocho meses por sublevación en 1998, y en Brasil vivió bajo prisión domiciliaria durante 18 meses antes de recibir el estatuto de refugiado. Horas antes de llegar a Paraguay, Oviedo dijo en Brasil que no descansará hasta demostrar su inocencia y agradeció a los países vecinos que le dieran refugio en los últimos cinco años. “La Corte Suprema de Brasil (…) dijo que no hay ningún delito que endilgarle a Lino Oviedo. Que todo lo malo que se ha dicho en su país en su contra fue una persecución política para impedirle llegar al poder”, dijo Oviedo ante unas 400 personas que lo despidieron en la localidad brasileña antes de embarcarse en el vuelo que lo llevó a Asunción. “No voy a descansar hasta morir para demostrar a propios y extraños que el Lino Oviedo, en quien ustedes confían, no les va a defraudar, que no es un asesino ni un golpista”, agregó en idioma guaraní el ex militar de 61 años. “Les pido que les cuenten a todos que no voy para hacer el mal o para fomentar conflictos. Voy para poner mi ser y mi mente al servicio de ese querido pueblo”, concluyó.