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Inocencia, tragedia y la impunidad de la información

OSCAR PORTELA (*)

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Los medios trastornados por el rating y las ansias de poder dejan sus esenciales tareas de información para transformarse en salvajes jueces utópicos de situaciones en las que sólo debe intervenir la Justicia.


Motivado por ello, el poeta y pensador argentino Oscar Portela habló fundamentadamente sobre este tema, cuyo disparador fue un reciente y sonado caso (Alberto Peyrano). CARTA DE OSCAR PORTELA AL JEFE DE REDACCIÓN PERFIL Sr. Jefe de Redacción Perfil y Medios Nacionales. Haciendo uso de mis simples derechos de ciudadano argentino en primer término, luego como intelectual argentino de prestigio latinoamericano, en tercer término como miembro de la comunidad del pueblo de Corrientes, me dirijo a usted solicitándole tenga la gentileza de insertar en las páginas del prestigioso órgano de prensa que dirige, las siguientes y acotadas reflexiones. Desde hace días, la comunidad latinoamericana ha sido conmovida por un episodio de violencia sin esclarecer, en una ciudad turística de Brasil, que enluta a los argentinos y nuevamente nos pone frente a la encrucijada de reflexionar sobre el papel de los medios de comunicación, en una comunidad fuertemente tamizada por su influencia. De acuerdo a los datos sumarios recogidos por el periodismo y los testigos oculares del hecho -uno solo- que realizaron testimoniales, durante este episodio en el cual resultara, víctima de las circunstancias, un joven bonaerense, se encontrarían implicados siete jóvenes correntinos pertenecientes a arraigadas familias de una sociedad que -sin escapar a las incurias de los tiempos que vivimos-, continúa transparentando, como lo saben los ciudadanos de mi patria, el mismo espíritu que su historia, sus tradiciones y los valores que la hicieran protagonista y creadora de la gesta histórica de constitución del Estado Argentino, sin mancillar ni opacar lo que constituye nuestro patrimonio cultural y político, el mismo que generosamente hemos otorgado a nuestra Nación. Ciertos medios -sin respeto por la pura y objetiva tarea del cronista e investigador periodístico ni por la comunidad para la cual se expresa y realiza su tarea- han tratado un tema de perfiles trágicos y ominosos con la impudicia de la puesta en escena teatral, como una obra en la cual los ingredientes los constituyen el morbo, la manipulación de la opinión pública, las acusaciones -propias de una fiscalía, instalando en nuestra sociedad, además, un tema tan grave para los argentinos como arriesgar opiniones de tipo político acerca de la corrupción imperante en los estados provinciales y la opacidad de la justicia en ellos, bastiones de una historia que, vista de este modo, debe ser superada. Y acá, termino: ¿quién ha otorgado al cronista la titularidad de fiscal, la autoridad del sociólogo, del etnólogo, del historiador, del antropólogo, para analizar y juzgar los paradigmas culturales de la comunidad correntina, desde qué aula o cuál cátedra lo hace? El ataque contra nobles miembros de nuestra comunidad se convierte, de este modo, en una arremetida contra la comunidad cultural y política correntina. Para los que aún creemos en las instituciones republicanas, ello constituye una burla de éstas y un agravio al periodismo serio y responsable, el mismo que contribuyó a formar la conciencia de lo que fue una Gran Nación. Esto no puede dejarse pasar porque si se habla de “impunidad” en los estados provinciales, lo que se está cometiendo es más grave aún que lo que es simple sospecha: impunidad de la información, prejuzgamientos, lo que significa todo tipo de obstrucción a lo que debería ser un simple tramite jurídico límpido, que permitiría lavar el dolor de los implicados en la tragedia. (*) Oscar Portela, Ensayista, Poeta, Ex Miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Escritores Periodista y Funcionario Gubernamental. INOCENCIA Y TRAGEDIA Una sociedad mediatizada, una comunidad que estandariza y serializa el deseo, crea sentido de errancia, falta de horizontes éticos trascendentes -religiosos, humanos y políticos- y se convierte en la suma de todos los espejismos de una libertad anfractual, es decir, sin fundamento; es una libertad que somete, psicotiza, impide la sublimación de los deseos, juega con la negación de la fragilidad y de la muerte y permite que lo virtual del vértigo suplante a una visión critica de la realidad. En este punto estamos ante una sociedad que suicida la “comunidad” y que propone la pulsión de muerte como modelo: ésta es la crisis política que atraviesan los paradigmas culturales de nuestra cultura planetaria: se trata, una vez más, del retorno burlón y enmascarado de la tragedia como condición que nos recuerda que, antes que humanos, somos mortales a quienes las fuerzas que dominan la existencia, una y otra vez, conducen la vida mortal como hojas de un otoño melancólico. La sociedad fashion mediática nada sabe de tragedia: vive de la Forclusion, creada por el exceso de mala y sucia información, y del consumo de las noticias escandalosas y amarillas que deforman la realidad para complacer la necesidad de sentir, sobre el andamiaje mortal, el vuelo de la diosa trágica de la venganza. Lo demás es vacuo, es el horror vacuí cotidiano que invade con sus pólipos una conciencia adormecida por todas las formas de la imagen y la acústica. Cuando el azar interviene, cuando los inocentes caen bajo el peso de la tragedia de una razón que falló en su intento de liberar al hombre de sus prisiones, los medios -perdón, los multimedios-, en manos de los poderosos, que son los que manejan este país desde Buenos Aires y las relaciones internacionales desde el puerto, tratan a las provincias ocultándolas, como satrapías culturales de escaso nivel. Entonces resulta fácil escribir una novela teñida de violencia y demonizar a jóvenes que sufren, como todos, la manipulación de una sociedad perversa. Se desconoce así el poder de las fuerzas oscuras que mueven la existencia del mortal: en su inocencia, ignoran que un minuto, un segundo, cambia y hace girar sobre sí la vida de un hombre: “ninguna tirada de dados abolirá el azar”. Sólo los asesinos seriales que compiten con la sociedad del suceso, y no estas frágiles criaturas, planifican el éxito sobre los jóvenes que, en muchas oportunidades, son víctimas de aquello que acarrea el escándalo del cual vive un publico ansioso de series que recuerdan a las gestas de la inquisición: si son inocentes, mueren; si son culpables mueren; y la telenovela puede continuar. Mientras no se corte el hilo de Ariadna que conduce al asilo de Minotauro, las víctimas -y no los victimarios- son aquéllos que ignoran los maquiavélicos movimientos de una ruleta rusa que se llama tragedia. Y eso es todo: aquí nadie planea ni planifica nada, no hay diseños de maldad ni malevolencia, sino inocencia frente a aquello que, como dije, una y otra vez dispone de la suerte del mortal. Nadie destruye una frágil vida joven a conciencia, nadie, a menos que se trate de la patología del sádico, y no existen jóvenes tempranamente sádicos o que buscan la violencia por la violencia: ésta cae sobre ellos y los convierte en sus víctimas: dobles víctimas de todas las manipulaciones sociales y políticas y de los deseos que imponen los medios, las gravitaciones de los poderes de turno, las mentiras de una libertad que seduce con la realidad de un vértigo que lo devora todo. En lugar de comprender que jamás es el mortal quien decide sino la Moira, todos están prestos a ser jueces pero, como enseñara Cristo hace dos milenios, si bien ningún hombre es inocente por haber sido expulsado del paraíso, la primera piedra debe ser arrojada por un verdadero inocente, en el sentido teológico de la palabra. Si en esta pequeña sociedad nos conmueven las maquinaciones puramente humanas, la indefensión de una provincia tempranamente acusada de turbia, somos nosotros, los correntinos todos, los que debemos conmovernos y defendernos de las imprudencias de los medios, de las acusaciones que no tienen otro fundamento que lo anecdótico y, sobre todo, de lo que se maneja en el plano de las inculpaciones mediáticas y en la necesidad cada día mayor de que la “justicia” aparezca con la gravitación de las imágenes televisivas, las vibraciones acústicas que traen sordera, y las tapas de las revistas, en la que Palas Atenea no luce ni lucirá jamás como la verdadera Diosa de la Justicia. Cualquier otro tipo de información no substanciada es suicidar a una sociedad y al propio periodismo. (**) Ambas notas recibidas por Corrientes al Día de Alberto Peyrano, por Oscar Portela, Jujuy 1224. Tercer Piso Dep “B”, (3400) Corrientes, Argentina. Te: (0378)315516913.

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Opinión

Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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