Opinión
La Argentina atraviesa una grave crisis de representatividad
WALTER FABIÁN MORALES (*)
Hay lecturas sobre los hechos de la política que sinceramente no me explico como es posible que los políticos, que viven de ella, aún interpretan mal. Por supuesto que esto lo digo desde un profundo convencimiento personal, y desde ya que los invito a que me fundamenten posiciones contrarias a lo que le voy a exponer.
Sobre finales de 2001 y comienzos de 2002 presenciamos un acontecimiento inédito en la historia política de la Argentina, y no me refiero a la salida de Fernando de la Rúa en las condiciones que tuvo que hacerlo, sino al clamor popular de que “se vayan todos”, que terminó impulsando a que una gran cantidad de organizaciones no gubernamentales, que ya venían trabajando, a pedir con mayor fuerza que se produjera una reforma política amplia que diera como resultado, entre otras cosas, la eliminación de la lista sábana, propuesta que en los hechos es repudiada incluso por los partidos políticos “nuevos” de la Argentina por la sencilla razón que si se aplicara les sería muy difícil obtener aunque sea un concejal. Personalmente la propuesta que se vayan todos nunca me cerró por la sencilla razón de que alguien tiene que quedar. Justamente por esto siempre me sentí atraído por buscar formas para mejorar la representatividad ciudadana. Pero indudablemente lo que la sociedad sintió en esos años fue la necesidad de que la Argentina tuviera un cambio profundo. Néstor Kirchner comprendió el mensaje perfectamente, al punto tal que, seguramente los más memoriosos los recordarán, durante los primeros meses de gestión, en varias oportunidades dijo que iba a elevar al Congreso un proyecto de Reforma Política, e incluso en el seno del Poder Ejecutivo se había armado un equipo de trabajo para tal fin. Obviamente que los legisladores no recibieron nunca nada sustancioso y tampoco avanzaron por iniciativa propia a pesar que muchos sufrieron el auto acuartelamiento que vivieron por la furia de los ahorristas, y en la medida que comenzó a levantarse el corralito también empezó a desaparecer el que se vayan todos. Desde ya que con esto no quiero culpar al Presidente por la falta de iniciativas al respecto, ya que la oposición tampoco ha trabajado con seriedad sobre el tema, al punto tal que si alguna vez presentaron algún proyecto sobre la reforma política, ha quedado en el mayor de los olvidos. Pero no necesariamente esto quiere decir que la representatividad ciudadana haya mejorado, y hay tres ejemplos que hablan por sí solos: La constante búsqueda que tienen los argentinos (cada menos lo hacen) de que realmente aparezca algo nuevo. Primero fue Elisa Carrió, después Ricardo López Murphy y ahora algunas esperanzas se han depositado en Mauricio Macri. Si el Partido Justicialista no jugará a oficialismo y oposición al mismo tiempo, nadie podría asegurar su victoria casi constante. Los partidos vecinales hoy representan el 20% de los votos positivos de la provincia de Buenos Aires, cuando en 1983 no existían y en 1999 obtuvieron sufragios equivalentes al 10% de los positivos. Estos puntos demuestran, y especialmente el tercero porque lo hace de manera incremental, la desidia que tienen los argentinos para con sus representantes. Pero lo que resulta alarmante es que la clase política no ceda ni siquiera un milímetro en este campo. Un aspecto fundamental es que el 80% de la población carece de defensor del pueblo, y en gran parte de los sitios donde esa figura existe, no es elegida de manera razonable. En gran parte del país, por ejemplo, tampoco existe el presupuesto participativo. Y cuando repasamos esta situación en detalle no podemos dejar de sorprendernos, porque tenemos que recordar que la Argentina se rige por un sistema republicano pero dentro del cual el ciudadano no está enteramente representado, sin importar si forma parte de la mayoría o de la minoría. Y justamente pensando en la minoría, el caso del diputado electo Luis Patti avala mi postura de falta de representatividad. Más allá de los sentimientos que podemos tener hacia el ex Comisario, creo que todos vamos a estar de acuerdo en que se cumpla con la Ley. En este sentido, la Cámara de Diputados sólo puede evaluar la entrega o no del diploma desde el punto de vista de los requisitos vinculados a la edad, el domicilio, el nacimiento y que el candidato no se encuentre en medio de un proceso legal en carácter de acusado o cumpliendo alguna pena, y Patti cumple con todos los requisitos. ¿En qué se apoyan los diputados que piden que no asuma? En que el artículo 64 de la Constitución Nacional los habilita “a ser jueces de las elecciones, derechos y títulos de sus miembros en cuanto a su validez”. Justamente la Constitución habilita a los Diputados a ser jueces en relación con la validez, es decir se todos los requisitos son perfectos. En este caso los diferentes bloques oficialistas y el del ARI están realizando presunciones éticas, muy cuestionables porque se refieren a crímenes de lesa humanidad pero presunciones al fin y cuyas causas han prescripto. Un argumento muy escuchado, como el esgrimido por la diputada radical Silvana Giudici por nombrar solo a un legislador con la misma opinión, es que se vota en contra de Patti por “porque no tiene la idoneidad ni las condiciones que hacen falta desde el punto de vista ético para asumir una banca en el Congreso”. Desde ya que los fundamentos esgrimidos son loables, ¿pero a cuántos legisladores más habría que rechazarle el pliego por carecer de idoneidad y condiciones éticas? Me parece un absurdo el argumento, pero también mi pregunta. Porque acá lo que importa es la Ley, y en este caso se la está pasando por alto. Al hacerlo se está avasallando el derecho de representación de una minoría, y a la vez estamos dañando al espíritu republicano que se sustenta en el respeto de las instituciones, como lo es la Ley y de las minorías, en este caso los conciudadanos que votaron por Patti. Por lo que he escrito seguramente ya saben cual es mi posición en el caso Patti, pero les digo una cosa: para mi no es importante que al diputado electo por el PAUFE se le apruebe el pliego, esto pasa a segundo, tercer o último plano si quieren. Lo que me preocupará si se le niega el diploma, los problemas de representatividad se van a profundizar, y cuanto más hondo se encuentren, más cerca vamos a estar de una nueva crisis de representatividad en la Argentina. (*) Walter Morales es Presidente de Fundación Análisis, wmorales@fundacionanalisis.com.ar

Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.