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Lloro por ti argentina, por Sergio Moreno

PORCENTAJES

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La Argentina es un país empobrecido, pauperizado, débil, cuya cohesión social se resquebrajó en una dimensión que, décadas atrás, hubiese sido inimaginable. Las políticas perpetradas en las últimas tres décadas destrozaron el welfare state que enorgullecía (y protegía) a sus habitantes, los distinguía de sus pares de Latinoamérica y hasta empardaba con algunos países desarrollados.


Algunos datos muestran hoy descarnadamente lo que queda de la Nación Argentina. Un trabajo realizado por el sociólogo Artemio López expone una especie de radiografía sociodemográfica del país. Una pinturita. La consultora Equis, dirigida por López, realizó lo que podría darse en llamar una radiografía de la Argentina actual. Para ello, y a los efectos de ponerlo en un plano claramente comprensible, apela a un artificio simple: cómo sería este país si aquí viviesen solamente 100 personas, según los datos obtenidos en varias mediciones realizadas por el INDEC. El resultado es el siguiente: Si en la Argentina vivieran 100 personas 51 serían mujeres. 49 serían hombres. 2 nacerían cada año. 1 moriría cada año. 30 serían casados y vivirían en pareja heterosexual. 3 serían graduados universitarios. 2 serían analfabetos absolutos. 27 vivirían con $ 4 por día. 10, con $ 2 por día. 7 vivirían con $ 1 por día. 18 habitarían en villas de emergencias o asentamientos precarios. 63 no tendrían cloacas. 58 vivirían sin gas natural. 33 no dispondrían de agua potable. 48 no tendrían cobertura de salud por fuera del hospital público. 7 serían discapacitados, de los cuales 5 serían pobres. De los 7 habitantes con discapacidad, 3 serían jefes de hogar. 30 serían menores de 15 años, de los cuales 18 serían pobres y 7 indigentes. 10 tendrían más de 65 años y de ellos 4 no tendrían ninguna pensión o jubilación disponible, ni tampoco cobertura alguna de salud, por fuera del hospital público. 40 serían activos económicamente y 15 de ellos estarían desocupados o subocupados. 25 recibirían parte o todo su salario en negro. De cada $ 100 existentes, los 20 habitantes más ricos se quedarían con $ 54 y los 20 más pobres con $ 4. 69 estarían habilitados para votar. 52 votarían efectivamente. La base 100 ofrece un panóptico que otorga dimensión humana, aprehensible, a los guarismos. La imagen que espeja es la de un país similar a los tantos que conforman el hemisferio occidental debajo del río Bravo. RADIOGRAFÍA “Este trabajo muestra el proceso de fragmentación y desarticulación de un país homogéneo y socialmente integrado como lo fue hasta mediados de los “70. Muestra, también, las consecuencias del trabajo final que ejecutó la dictadura y las políticas implementadas durante la década del “90, cómo nos dejaron en términos socioambientales en este país”, reflexiona López sobre el estudio que realizó, motivo de la presente nota. El sociólogo califica la faena perpetrada por la dictadura y por los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa como un “proceso de degradación socioeconómico producido por las políticas neoliberales implementadas” en dichas administraciones. López sostiene que este trabajo expone “un país de fuerte desigualdad en la repartición de los bienes materiales y de los simbólicos”. Respecto de los primeros, ejemplifica que el 20 % se queda con $ 54 de cada $ 100 y el 20 % más pobre, con $ 4. “Argentina multiplicó por dos la brecha existente entre el 20 % más rico y el 20 % más pobre en los últimos 30 años, transformándose en uno de los países más inequitativos en el continente más inequitativo del mundo, que es Latinoamérica”. El estudio de Equis muestra otros indicadores que desnudan en otras áreas ese proceso de inequidad. “Que el 63 % viva sin cloacas, el 58 % no posea gas natural y el 48 % no tenga cobertura sanitaria por fuera del sistema de hospitales públicos muestra que el proceso de inequidad distributiva en términos de ingreso impacta fuertemente en otros de la vida cotidiana”, dice López. El titular de Equis resalta algunos de los datos expuestos más arriba, a saber: “Argentina es un país que se jactó de poseer un alto nivel educativo, comparándose con los países más desarrollados del hemisferio y estándares similares a los de las potencias mundiales. Ahora llegamos a la circunstancia de que cada 100 habitantes tenemos 3 graduados universitarios y también 2 analfabetos absolutos, casi la misma cantidad de universitarios que de analfabetos”. “Tenemos una sociedad que plantea una realidad angustiosa en ambas puntas de la vida. Por una parte, de 100 habitantes, 30 son niños y de ellos 18 son pobres y 7 indigentes; por la otra, 4 de cada 10 mayores en edad de jubilarse no lo podrán hacer porque no efectuaron aportes -sea que trabajaban en negro, sea porque estaban desocupados- no van a cobrar ingresos ni tendrán cobertura de salud del PAMI. O sea que, de cada 10 hogares argentinos, 4 no tendrán cobertura social ni ingresos. Tenemos esa cantidad de mayores sin contención en un país que se jactó de poseer el sistema sanitario y de previsión social más grande y completo del hemisferio”. Para López, esto es el corolario de la implementación del concepto liberal del derrame. “La teoría del “derrame” (que propugna que el crecimiento llena el vaso de la economía y cuando rebalsa, derrama hacia toda la sociedad, aun hacia los sectores más postergados) fue el núcleo del discurso imaginario, ese que en los “90 afirmaba que con las medidas neoliberales íbamos hacia el primer mundo. Esta es la consecuencia de aquello: game over”. Según el sociólogo, la manera de revertir la situación es no transitar el camino por el que se llegó hasta acá. “Si fue el mercado de trabajo el gran asignador de recursos cuando este país tenía niveles de integración social adecuados, que nos colocaban en estándares altísimos para Latinoamérica y similares a otros países desarrollados, hay que reconstruirlo a través de la creación de empleo genuino y la realización de obra pública e infraestructura”, dice López quien, al respecto, se pregunta, no sin malicia: “¿Cómo puede ser que la dirigencia política que gobernó este país en los últimos 30 años creía y obraba con la certeza de que la obra pública era un gasto que había que evitar, para no generar déficit fiscal, en un país donde el 63 % no tiene cloacas, el 58 % vive sin gas natural y el 33 % no dispone de agua potable?. Con esa ideología, así nos fue”.

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Opinión

Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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