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No quiso, no supo, no pudo

JORGE SIMONETTI (*)

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Ni la verborragia del imberbe ministro de Economía, Axel Kicillof, ni la larga cadena de Cristina rodeada de sus eternos “aplaudidores”, pueden disimular el resultado. No pudimos hacer frente a nuestros compromisos, caímos en “default” y luego propusimos sendos “canjes” de deuda, con nuevos bonos, en las que incluimos la cláusula Rufo.


Señora, señor, ni Ud. ni yo supimos nunca antes lo que eran los “holdouts”, tampoco la famosa cláusula Rufo (parece un apellido, pero no lo es), ni éramos conocedores de los canjes de deuda o de los distintos tipos de bonos argentinos que circulan por el mundo. Pero resulta que con esta “novela” de triste final, de a poco nos fuimos enterando. Y la palabra que le cabe a la gestión argentina es fracaso.

 

Y aunque el fracaso no puede ser delegado por este régimen, que lleva en el poder más de diez años, es sin dudas compartido por toda una generación de políticos y economistas argentinos, aun los que miran para otro lado y tuvieron mucho que ver con este resultado, de los “defaulteadores” de antes y los de ahora, de los emisores de bonos de antes y los de ahora, de los canjeadores de deuda de antes y los de ahora, todos son responsables del fracaso y de este volver a empezar.

 

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No puedo pensar, no me cabe en la cabeza imaginar una calificación diferente: fra-caso. Ni la verborragia del imberbe ministro ni la larga cadena de Cristina rodeada de sus eternos “aplaudidores”, pueden disimular el resultado.

 

Tal vez a esta altura haya que analizar la cuestión de valores. Hay quienes valorizan un país serio, cumplidor de sus obligaciones, insertado en el concierto de las naciones democráticas, que intercambia productos y tecnología con el mundo, que presta y recibe el pago, que toma prestado y paga, con una educación cada vez de mayor excelencia, con un pueblo culto, con una mano de obra de técnicos y científicos calificada, con las dificultades propias de los tiempos, pero nunca con la declinación ética de verdaderos “salteadores” de incautos en el mundo.

 

Otros, sin embargo, prefieren un país que se mire el ombligo, que siempre externalice las culpas, el imperialismo, los fondos buitre, los gallegos de Repsol, los industriales especuladores, el campo oligarca, que monte todo una parafernalia de heroicidad en torno a un suceso de deudor moroso, bastante simple de resolver si no hubiera tanto relato ni tanta torpeza.

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Y que no nos tomen por defensores de los “fondos buitre”, ni a Ud. señora, ni a Ud. señor, ni a mí, que de ellos estamos tan lejos como lo puede estar San Martín de esta épica de entrecasa.

 

Cuando un país emite bonos de deuda, lo que hace es firmar un pagaré, entre cuyas condiciones se encuentra la declinación de jurisdicción en favor de otra justicia que no sea la del país deudor, en caso de haber controversia. Más que obvio, es lo que se estila en todo el mercado mundial de deuda de los estados.

 

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Cuando emitimos los nuestros, declinamos voluntariamente jurisdicción en la justicia americana y nunca limitamos su compra a las condiciones éticas y morales de los interesados, es decir, podrían comprar tanto “carmelitas descalzas” como “especuladores financieros”.

 

Pues bien, no pudimos hacer frente a nuestros compromisos, caímos en “default” y luego propusimos sendos “canjes” de deuda, con nuevos bonos, en las que incluimos la cláusula Rufo (no otorgar mejores condiciones a unos bonistas en detrimento de los otros). Estos canjes los hicieron los Kirchner.

 

Un 93% aceptó el canje. No les quedaba otra, eran en su mayoría pequeños inversores perjudicados por un país insolvente. Sin embargo, un 7% no quiso canjear la deuda, se presentó ante la justicia y reclamó el pago total en las condiciones que el mismo Gobierno argentino estableció al emitir originalmente los papeles. Y obviamente ganó, era casi un hecho, previsible hasta por el abogado menos avezado.

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Tuvimos varios años de tramitación del juicio para poder negociar, pero nuestra irresponsabilidad, torpeza, soberbia o no sé qué, nos mantuvo en una nube de fantasía pensando que nuestra aventura bucanera del no pago nos iba a salir gratis. Y no fue así, y aquí estamos.

 

Hay una sentencia que está firme, de una justicia -la norteamericana- a la que nosotros mismos le asignamos competencia para entender en la cuestión. Lo demás es hojarasca de un relato interminable, que se pierde en los laberintos de los comportamientos torpes, infantiles, poco profesionales de los abogados y funcionarios argentinos.

 

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¿Qué estuvo haciendo en estos últimos días el Gobierno argentino? ¿Estuvo “negociando” o haciendo simplemente la mímica? ¿Por qué digo esto? Porque no puede decirse seriamente que se intentaba negociar con los ganadores del juicio, cuando la oferta de nuestro país, según Kicillof, era  ofrecerles el ingreso al canje original de la deuda, que fue precisamente el motivo del juicio por parte de quienes no aceptaron esas condiciones años atrás. Una tomadura de pelo.

 

Es por ello el título de esta nota: el Gobierno argentino ¿no quiso, no pudo o no supo arreglar el asunto?

 

Creo que en la respuesta hay un mix de los tres verbos: no supo, porque a luces vista esta administración nacional está demostrando una gran dosis de ineficacia y desconocimiento de la función de gobernar y una incapacidad de consenso que constituye un déficit de personalidad. No pudo, porque obviamente con la sentencia firme en la mano, el ganador no cede fácilmente y quiere ejecutarla.

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Pero para mí lo principal es que “no quiso” el Gobierno arreglar esta deuda, algo que según todos los economistas no era tan difícil ni terminal como en otros tiempos. Y no quiso porque siempre la administración kirchnerista necesitó de la visión conspirativa, del enemigo de malos sentimientos, del contradictor, para poder gobernar con una metodología confrontativa. Antes fue el campo, luego Clarín, los gallegos de Repsol y ahora los “fondos buitre”, y así nos fueron llevando.

 

En esto de crear enemigos pérfidos y armar causas nacionales, para que la tarea de gobernar se convierta en luchas abstractas contra adversarios imaginarios, los Kirchner son especialistas. Arreglar con los “holdouts” hubiera eliminado al “enemigo público” que ocupa la atención de toda la nación, y reaparecerían los problemas reales de inflación, inseguridad, corrupción.

 

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Mientras tanto, la oposición sigue estando detrás de los acontecimientos, con ese universitario complejo de querer siempre estar a la izquierda del gobierno, y éste, inteligentemente, siempre los corrió para ese lado. Lo hizo con YPF, lo hace ahora con los “holdouts”. En síntesis, el Gobierno un poco no supo, otro tanto no pudo, pero fundamentalmente no quiso darle un corte al problema de la deuda no canjeada.

 

Seguiremos con la épica, con el discurso libertador, con el autoengaño. Si el Gobierno nacional está acostumbrado a no cumplir con los fallos de la Justicia argentina, especialmente en el caso de los jubilados, qué le importará no hacerlo con la decisión de un juez norteamericano, total los que la ligan son los ciudadanos.

 

(*) Recibido por www.corrientesaldia.com.ar

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Opinión

Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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