La Argentina y Chile se sumaron ayer a los esfuerzos de otros países de la región por solucionar el conflicto que desató entre Colombia y Venezuela la captura de un líder guerrillero. En Brasil, en tanto, el oficialismo afirmó que la crisis, que no da señales de ceder, amenaza con poner en riesgo la estabilidad en América del Sur.

El gobierno de Néstor Kirchner anunció ayer en un comunicado su “total y amplia disposición a cooperar en cuanto dispongan los gobiernos de Colombia y Venezuela”, distanciados tras la detención del guerrillero Rodrigo Granda -considerado el “canciller” de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)-, el 13 de diciembre pasado. Colombia afirma que Granda fue capturado en la ciudad colombiana de Cúcuta, mientras que Venezuela afirma que éste fue previamente “secuestrado” en Caracas y llevado a la frontera mediante el pago de un soborno hecho por el gobierno colombiano. En un comunicado emitido por la Cancillería, el gobierno argentino también manifestó su respaldo a las gestiones facilitadoras del diálogo entre Bogotá y Caracas que están realizando los gobiernos de Brasil y Perú. Y afirmó que, como presidente del Grupo de Río, la Argentina se encuentra en consulta con Brasil y Guyana, que integran la conducción del organismo, para “poner a disposición de ambos países dicho mecanismo de concertación política”. Por su parte, el presidente chileno, Ricardo Lagos, dijo haberles manifestado a sus pares venezolano, Hugo Chávez, y colombiano, Alvaro Uribe, su disposición para “ayudar a encontrar un grado mayor de consenso del que ahora existe”. “Vemos con preocupación que la situación se ha deteriorado un poco -agregó- y esperamos estar en contacto con otros dirigentes de la región para ver que el conflicto no siga adelante.” A raíz de este caso, Chávez ordenó el retiro del embajador venezolano en Bogotá, detuvo todos los proyectos de cooperación económica con Colombia y amenazó con congelar relaciones con el país vecino si Bogotá no admite su error y pide disculpas. Incluso llegó a acusar a funcionarios estadounidenses de haber generado indirectamente la disputa para impedir la integración de América del Sur, y a desafiar al gobierno de George W. Bush. “Le apuesto un dólar a Mr. Bush a ver quién dura más, si él en la Casa Blanca o yo aquí”, dijo Chávez, quien afirma que permanecerá en el poder hasta 2021, en su discurso de anteayer ante miles de partidarios. Por su parte, Estados Unidos dijo ayer en un comunicado que no tuvo papel alguno en el secuestro de Granda y pidió explicaciones sobre la presencia del guerrillero en Venezuela. Dijo, además, que el gobierno venezolano busca desviar la atención de su aparente tolerancia con los grupos terroristas. En tanto, desde Brasil, el Partido de los Trabajadores (PT) -la mayor agrupación política de izquierda de América latina, a la cual pertenece el presidente Luiz Inacio Lula da Silva- consideró que un agravamiento del conflicto entre Colombia y Venezuela pondría en riesgo la estabilidad de toda la región. “Una radicalización entre Venezuela y Colombia, en el contexto de la política externa, sería un riesgo para la estabilidad de América del Sur”, dijo José Genoino, presidente del PT, en una entrevista publicada ayer en la página del partido en Internet. En un intento por bajar la tensión entre ambos países, Lula se reunió el miércoles pasado con Uribe y conversó por teléfono con Chávez. También envió a Caracas, el sábado, a su asesor de política externa Marco Aurelio García, para “facilitar las conversaciones” entre ambos mandatarios. Con la misma intención, el canciller de Perú, Manuel Rodríguez, se reunió a principios de la semana pasada con sus pares de Venezuela y Colombia. Más allá de las consecuencias políticas del conflicto, el endurecimiento de la posición del gobierno de Caracas con Colombia amenaza el intercambio comercial entre ambos países, y ya genera problemas en la frontera por la escasez de combustible venezolano. Chávez dijo anteayer que si Colombia no reconoce “el error” por la captura de Granda, se verá obligado a suspender proyectos binacionales y bajar “al mínimo” el flujo comercial entre ambos países, calculado en 2500 millones de dólares en 2004. Dicha advertencia fue calificada ayer como un “chantaje económico” por diversos sectores políticos de Colombia. En tanto, el jefe del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien inició ayer una gira por América del Sur, descartó la posibilidad de hacer una breve escala en Venezuela para firmar acuerdos navales y aeronáuticos, debido al conflicto entre ambos países. La semana pasada, Zapatero llamó a Uribe para hablar sobre la crisis con Venezuela. Según fuentes del gobierno español, el presidente colombiano calificó la situación como “preocupante”. Fuente: La Nación Line