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J. M. PASQUINI DURÁN

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El redoble de las campanas con los tonos graves del duelo anuncian esta vez el final de una de las trayectorias protagónicas del siglo XX, sobre todo en su último cuarto. La biografía de los ochenta y cuatro años de vida de Juan Pablo II abarca casi todo el período histórico verdadero de la centuria pasada, iniciada según el historiador Eric Hobsbawm con la Revolución de Octubre en 1917.


Desde el punto de vista político, diversos juicios contemporáneos adjudicaron un rol emblemático por el quiebre de aquel impulso fundacional del siglo a la militancia anticomunista del primer polaco en ocupar la máxima autoridad del Vaticano. Más allá de estas conclusiones, abiertas aún a la controversia, no cabe duda alguna que el Papa polaco es una figura ineludible cuando se repasan los sucesos principales de las últimas tres décadas. No fue, por cierto, el único ocupante de la sucesión de Pedro en dejar su marca personal en la historia, pero como ninguno antes tuvo a su disposición, y supo aprovecharla, la formidable expansión mundial de los medios de difusión masiva. La comprensión de los alcances de estos instrumentos es un dato meritorio de su perspicacia, pero, además, hay que registrar un notable carisma mediático como una de sus dotes personales. Esta coincidencia afortunada hizo de cada uno de sus actos y mensajes, incluidos los innumerables viajes que le dieron el carácter de “peregrino” y hasta los detalles de sus intimidades cotidianas, otras tantas ocasiones para seducir a oceánicas audiencias en todos los rumbos. A manera de meras referencias, entre centenares de hechos, ni el dramaturgo televisivo más inspirado hubiera alcanzado los tonos emotivos de dos episodios: el primero, la entrevista en la celda de su frustrado asesino para escucharlo en confesión y otorgarle el perdón; el otro, la última aparición en público, demacrado y mudo, sostenido tan sólo por la fuerza de su voluntad, negándose a dejar el mundo terrenal y el poder pastoral de su mandato, a los que amó de manera entrañable. De las giras por el mundo, claro está, hay un surtido de imágenes para todos los gustos, desde el abrazo con Pinochet en Chile hasta las plegarias en los tres sitios simbólicos de las mayores religiones de la actualidad en Jerusalén: el cristianismo, el Islam y el judaísmo. Visitó la Argentina en 1982, durante el conflicto del Atlántico Sur, y en 1987, para evocar la mediación de paz en el conflicto con Chile por el canal de Beagle, oportunidad que aprovechó para congregar a miles de jóvenes, su audiencia favorita, en una manifestación que ningún ídolo rockero pudo superar. Hasta hoy es materia de debate la energía que puso o no, según la versión que cada cual quiera escuchar, para combatir al terrorismo de Estado en estos extremos de Occidente, brotes periféricos tardíos del nazismo y el fascismo que el Papa soportó en su Polonia natal y una de las más infames formas del terrorismo que suele ser olvidada también por los legisladores que hoy tratan de estar a la moda de la Casa Blanca. La polémica sobre las actitudes papales envuelve incluso a los miembros de la Iglesia Católica en el país con tanta actualidad que todavía resuenan, aunque le hayan aplicado sordina, los recientes estruendos provocados por el ordinario castrense Baseotto, de los que nunca se sabrá si llegó a enterarse Juan Pablo II. Las imágenes papales son, en realidad, de cal y de arena. El ecumenismo que se le adjudica puede ser entendido también como el afán de expandir el liderazgo católico en un frente intereclesiástico. Su amor por la libertad supo respetar los límites de la “realpolitik”, o sea las relaciones en la mesa del poder mundial, donde el Vaticano tiene un sitio por derecho de tradición, pese a que no es la fe predominante en los gobiernos de los países más ricos del planeta. Fervoroso anticomunista, supo criticar los excesos del capitalismo y condenó en particular a las doctrinas deshumanizantes del neoliberalismo. Ratificó la opción por los pobres en la Conferencia de Puebla, hace veinticinco años, y nunca más la bajó de sus discursos, en un tiempo histórico donde la competencia por la preferencia de los desposeídos ya no es ideológica pero puede ser religiosa, no sólo por los atractivos de las otras iglesias mayores sino también por la multiplicación de sectas y pastoreos electrónicos. Aunque en la percepción de las audiencias laicas la fascinación mediática pudo haber construido la imagen de un libertario que exhortaba a los jóvenes a dar la vida por la paz y a conquistar el derecho a la felicidad para todos los miembros de la raza humana, lo cual es una fase de la luna, en el otro lado puso la casa en orden rodeándose de círculos cerrados conservadores, con notoria influencia del Opus Dei, y ejerciendo un verticalismo autoritario para arrasar como un vendaval con todos los signos y personeros evangélicos de la Teología de la Liberación, la interpretación más audaz y para muchos la más coherente con la opción por los pobres. Sin diálogos ni conciliaciones con ninguna visión profética que no fuera la propia, llegó a casi todas las intolerancias. Los memoriosos recuerdan que, por ejemplo, en 1983 a propósito de un viaje papal a El Salvador, alguien preparó un afiche con la foto de Juan Pablo II escoltado por el obispo Romero, asesinado por sicarios de la ultraderecha local debido al compromiso del prelado con los pobres, pero fue vetada la difusión por una comisión mixta del gobierno y la Iglesia. La cita de Romero no es casual, ya que en esta semana tuvo lugar en San Salvador un Congreso de Teología organizado por el Centro Pastoral del Centro Monseñor Romero de la Universidad Centroamérica (UCA) y pocas semanas atrás hubo un encuentro de teólogos de la liberación en Brasil. En el congreso salvadoreño, el miércoles 30, fue leída por monseñor Samuel Ruiz una carta enviada por don Pedro Casaldáliga, respetado vocero de la opción por los pobres, confinado a ejercer su magisterio en la pequeña iglesia amazónica de Sao Félix de Araguaia pero nunca silenciado, en la que invoca a su “hermano Romero” y le dice: “Son 25 años también de la Conferencia de Puebla. Aquellos rostros, Romero, que son el propio rostro del Jesús “destazado”, se han multiplicado en número y en deformación. Aquellas revoluciones utópicas –hermosas y atolondradas como una adolescencia de la Historia– han sido traicionadas por unos, despreciadas olímpicamente por otros y siguen siendo añoradas –de otro modo, más “al suave”, en mayor profundidad personal y comunitaria– por muchas y muchos de los que estamos ahí, contigo, pastor del “acompañamiento”, compañero de llanto y de sangre de los pobres de la Tierra. ¡Cómo necesitamos hoy que enseñes a los pobres a “acuerparse” en solidaridad, en organización, en terca esperanza! […] Tú eres muy comprometedor; a lo Jesús de Nazaret: ese Jesús histórico que tantas veces se nos difumina en dogmatizaciones helenísticas y en espiritualismos sentimentales, el Jesús Pobre solidario con los pobres, el Crucificado con los crucificados de la Historia”. Para el año 2007 está convocada la V Conferencia Episcopal Latinoamericana, aunque todavía no está determinada la sede del encuentro y hasta el calendario puede sufrir modificaciones. De cualquier modo, allí se comprobará hasta qué punto los pobres de la región son una opción verdadera para la iglesia latinoamericana y podrá reconocerse el legado de Juan Pablo II, uno de los líderes del siglo XX, tiempo de maravillas y crueldades sin cuento. (Página /12)

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Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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