Los quiteños continuarán con las multitudinarias protestas que arrancaron el pasado miércoles y que amenazan con mantenerse hasta que “se vayan todos” los políticos, encabezados por el presidente Lucio Gutiérrez.

EFE).- La polémica decisión del gobernante de someter a la capital, la noche del viernes, a un estado de excepción que derogó 20 horas después, fortaleció a los manifestantes que ven a Gutiérrez como un gobernante desesperado y acosado. El llamamiento a las movilizaciones, a través de la frecuencia de “Radio la Luna”, multiplica las voces que piden que “se vayan todos” los políticos del país, a los que culpan de las crisis y desventuras sufridas por el país en los últimos 20 años. La tranquilidad retornó momentáneamente a la capital ecuatoriana tras los disturbios que se registraron esta madrugada cerca del Palacio presidencial de Carondelet, donde la policía reprimió la protesta de unos 2 mil manifestantes, que llegaron a la medianoche a las inmediaciones de la sede del Gobierno. La Cruz Roja Ecuatoriana informó que decenas de personas fueron atendidas con síntomas de asfixia, entre ellos muchos niños y ancianos, ya que la policía cargó contra los concentrados con abundantes gases lacrimógenos. Las críticas también apuntan al ex gobernante Abdalá Bucaram, que logró retornar a Ecuador a comienzos de abril, tras un exilio de ocho años en Panamá, porque la Corte Suprema de Justicia anuló los juicios por presunta corrupción que pendían en su contra. Bucaram y Gutiérrez mantuvieron durante los últimos meses una alianza estrecha, que quedó en evidencia en diciembre pasado, cuando sus partidos y otros aliados lograron que el Congreso reorganizara la Corte Suprema de Justicia. Guillermo Castro, amigo de Bucaram y que ocupó bajo sospecha de ilegalidad la Presidencia de la Corte Suprema, anuló los procesos de malversación de fondos públicos y de contrataciones irregulares imputadas al ex gobernante durante su corto mandato entre agosto de 1996 y febrero de 1997. El regreso de “El Loco” Bucaram desató la indignación popular, que demanda la reapertura de los sumarios contra el ex presidente y que vaya a la cárcel. “A Gutiérrez le podríamos perdonar sus cosas, pero sólo si lleva a la cárcel a Bucaram”, reclamaba en las calles una anciana, que no se cansó de repetir que la crisis actual es responsabilidad de los políticos. La presión ciudadana, que se expresa a través de la señal de la emisora capitalina “Radio la Luna”, destapó, además, las exigencias ciudadanas para que se termine el proceso de negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) que Ecuador mantiene con Estados Unidos. Las demandas incluyen la salida de las tropas norteamericanas de la base ecuatoriana de Manta, donde Washington mantiene un contingente de militares para controlar y vigilar los circuitos del narcotráfico en la región. Sin embargo, la demanda principal es “que se vayan todos” los que dicen que causaron la miseria en esta nación de 12,5 millones de habitantes. La protesta en Quito la secundan una gran parte de sus 1,6 millones de habitantes, y lo hacen con afán, incluso aquellos que no acuden a las concentraciones y que se dedican a sus labores habituales. Muchos automovilistas tocan su claxon por las calles, otros cuelgan tiras de papel higiénico de las ventanas de los coches o pegaron alegorías de Gutiérrez en las puertas o carteles con frases en apoyo de la protesta. La frase más difundida en las improvisadas caravanas fue “yo también soy forajido”, en alusión a la acusación que hizo Gutiérrez el pasado jueves, cuando calificó con ese apelativo a las decenas de manifestantes que fueron la noche anterior a su domicilio para pedirle que renunciara al cargo. El himno nacional también fue usado como forma de protesta y los mítines callejeros suelen comenzar con la canción patria. También las camisetas tricolores (amarillo, azul y rojo) se pusieron de moda para protestar y hasta la vieja trova latinoamericana renació con himnos como el añejo “el pueblo unido jamás será vencido”. Los ciudadanos, que hoy cumplen la quinta jornada consecutiva de protesta, han denominado a la movilización como “El basurero”, porque se proponen cercar el Congreso y lanzar basura contra su sede. La iniciativa coincidirá con una reunión de los legisladores, que intentan apagar el incendio que prendió en la ciudad y que amenaza con extenderse a otras regiones del país. Los diputados de la oposición y del Gobierno quieren consensuar una solución a la crisis judicial, que fue el detonante del conflicto que vive el país, aunque estarán en la mirilla de los manifestantes que dicen estar dispuestos a no tolerar otra maniobra política.