Se conmemorará hoy jueves, el sexagésimo aniversario del día en que las tropas soviéticas liberaron a los que todavía estaban detenidos en el infierno de horror, muerte y tortura que los nazis generaron en el campo de concentración de Auschwitz, en una ciudad polaca cuyo nombre desde entonces ha adquirido un fuerte simbolismo.

El 60 aniversario de la liberación de Auschwitz reunirá hoy a 50 dignatarios de otros tantos países para rendir homenaje al cerca de millón y medio de personas -en su mayoría judíos- asesinadas en aquel campo nazi de exterminio. Los jefes de estado y de gobierno escucharán oraciones ecuménicas y encenderán cirios en el campamento, para conmemorar la llegada de las fuerzas soviéticas al lugar, el 27 de enero de 1945, a medida que la Segunda Guerra Mundial llegaba a su fin, y puso fin al exterminio de un millón y medio de prisioneros. Ese día sólo quedaban alrededor de 7.000 detenidos que apenas podían moverse; los otros habían sido obligados a participar en marchas de la muerte, hacia Alemania. Auschwitz, situado a unos 60 kilómetros de la ciudad polaca de Cracovia, fue la mayor fábrica de la muerte montada por el Tercer Reich en Europa. Los prisioneros, en su mayoría judíos de toda Europa, murieron en cámaras de gas o fueron diezmados por las enfermedades, el abuso y el agotamiento en Auschwitz y en Birkenau, el más notorio de los campamentos de Adolfo Hitler destinados a poner en práctica su “solución final”: el exterminio de la población judía de Europa. Seis millones de judíos perecieron en los campamentos nazis, junto con varios millones de prisioneros soviéticos de guerra, gitanos, homosexuales y opositores políticos de los nazis. CONMEMORACIÓN Los últimos testigos vivos de la tragedia de Auschwitz serán protagonistas en la conmemoración de hoy, de un aniversario excepcional de la liberación del campo de exterminio nazi. La presencia de presidentes y jefes de Estado en ese símbolo del genocidio nazi seis décadas después de su liberación -irán entre otros el francés Jacques Chirac, el ruso Vladimir Putin, el vicepresidente estadounidense Dick Cheney y el jefe de Estado alemán Horst Koehler- subraya esa excepción. Y las Naciones Unidas, con la primera sesión plenaria dedicada al holocausto celebrada el lunes, contribuye a la inusual relevancia concedida al aniversario, quizás el último con supervivientes de las cámaras de gas y que aún estimula la difusión de nuevos datos de la tragedia y escuchar nuevas interpretaciones. En Polonia, el aniversario es doblemente doloroso: por un lado, en el campo, murieron también cientos de miles de polacos -Auschwitz fue en sus orígenes un centro de reclusión para presos políticos polacos- y, por otro, por las tesis históricas que atribuyen a este país parte de culpa. El eurodiputado Bronislaw Geremek recalcó en el discurso que pronunció en la ONU sobre Auschwitz: “No fue un campo polaco y, aquel que lo define de esa manera, engaña a la gente y ofende a los polacos”. ÚLTIMOS TESTIMONIOS Los testimonios de los supervivientes ilustran estos días la narración de la tragedia, ahora que todavía es posible escuchar en sus voces el relato del horror, sin saber si ya en el próximo aniversario se podrá contar con ellos. Ayer, algunos de los sobrevivientes reunidos para la ceremonia hablaron acerca de sus experiencias, y dijeron que habían decidido participar en la ardua tarea de recordar un pasado traumático a fin de educar a las jóvenes generaciones acerca del Holocausto. “Ustedes son la última generación que puede hablar con los sobrevivientes, que somos cada día menos”, dijo Trudy Spira, una sobreviviente que ahora reside en Venezuela. Spira fue deportada de Eslovaquia a Auschwitz con su familia en 1944, cuando tenía apenas 11 años. “Nosotros podemos dar testimonio viviente… informar al mundo, tratar de que la gente aprenda… de modo que esto no vuelva a ocurrir”, dijo la sobreviviente de 72 años. Una residente de Copenhague, Olly Ritterband, cuyo texto “La voluntad de sobrevivir” se lee en las escuelas danesas, dijo que participará en la ceremonia para honrar la memoria de su padre, que murió en el campamento de Dachau, en el sur de Alemania. “Durante más de 30 años no pude siquiera hablar del Holocausto”, dijo Ritterband, que tiene 80 años y perdió numerosos familiares en el genocidio nazi. “Esta es la oración de despedida de mi padre”. ADVERTENCIA DE LA DAIA Enrique J. Seltzer, titular de la DAIA, filial Mendoza, se refirió a este aniversario señalando: “Nosotros, al igual que todas las comunidades judías del mundo, no hemos dejado ni un día de recordar lo acontecido en la Shoá, el Holocausto, ya que seis millones de judíos murieron de la forma más horrible que la humanidad haya conocido. Pero el peligro de aquella época no desapareció; en aquel entonces fue el nazismo y posteriormente y hasta el día de hoy el antisemitismo con sus diferentes máscaras nos sigue preocupando. Digo esto porque hoy esa lacra se ha transformado en el mundo como anti israelismo, oponerse al Estado de Israel, haciéndolo aparecer como lo que no es. “Hemos llegado a sorprendernos por un aumento inquietante de tentativas de negar la realidad del Holocausto, lo que significa una barbaridad ya que de ser así el mundo entero no aprenderá nunca las lecciones que este acontecimiento dejó. “La Shoá fue la más terrible desgracia sufrida por el pueblo judío. Sin embargo el mundo no aprendió la lección y siguió habiendo genocidios. ¿Cuando aprenderemos la lección?”. SHARON: “EL MUNDO NO IMPIDIÓ EL EXTERMINIO” Jerusalén. En un discurso con motivo del sexagésimo aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, el primer ministro Ariel Sharon dijo ayer que el mundo “no impidió el exterminio de judíos. Nadie movió un dedo”. Sharon dijo que los judíos aprendieron una lección del genocidio: que sólo pueden confiar en sí mismos. En un discurso inusualmente duro ante el Knéset (el parlamento), Sharon recordó que cuando los nazis comenzaron a deportar a los judíos de Hungría con destino a Auschwitz en grandes grupos en 1944, las fuerzas aliadas no bombardearon las vías férreas que llevaban al campo de la muerte, situado en Polonia bajo la ocupación de los soldados nazis. Sharon dijo que durante varias semanas, más de 660.000 judíos de Hungría murieron en Auschwitz. Explicó la apatía internacional con episodios como el del buque “San Luis” que, en 1939, con mil judíos a bordo que huían del III Reich, llegó hasta Cuba y el este de Estados Unidos y retornó sin remisión con la carga humana a la que esperaban los campos de exterminio. “La triste y terrible conclusión es que a nadie le importó que los judíos fuesen asesinados”, destacó Sharon. LA MUJER QUE PUDO ESCAPAR DE LA “DUCHA DE LA MUERTE” Madrid, España. Sofía Litwinska, una mujer judía, logró sobrevivir al campo de Auschwitz-Birkenau. Allí, dentro de este campo presidido por la siniestra frase “El trabajo os hará libres”, los nazis mataron a más de un millón de personas. “Tuvimos que abandonar nuestros camastros y formar casi desnudas ante los doctores Enna y Koening -contó Sofía Litwinska-. “Éramos más de tres mil mujeres judías. Las que por enfermas o débiles no pudieron dejar sus camas les tomaron el número; estaba claro que las condenaban a muerte. “También anotaron mi número. Pasamos la noche en el bloque cuatro y al día siguiente nos trasladaron al bloque dieciocho”. LAS “DUCHAS” “Hacia las cinco y media de la tarde llegaron los camiones a Auschwitz. Nos subieron a ellos, desnudas como animales. Me dio la impresión de que el lugar al que nos llevaban era una sala de duchas. Ese era el engaño, que nos llevaban a las ducha, pero en realidad eran las cámaras de gas. Había toallas colgadas, cremas, jabón y hasta espejos. No puedo recordar cuántas nos encontrábamos allí. Estaba aterrorizada. La gente lloraba a mi alrededor, se gritaban y agredían unas a otras, presas de la desesperación. Había allí gente saludable y fuerte, gente debilitada y enferma, todos mezclados y con un solo destino: morir”. “De pronto vi cómo salía humo desde el tragaluz del techo. Rompí a toser, las lágrimas brotaban de mis ojos, sentí como si me asfixiara. “Ni siquiera me puse a mirar a las demás porque cada una de nosotras se concentraba en lo que le ocurría a ella y sólo a ella.” Fue en ese dramático momento cuando Sofía escuchó su nombre. Apenas si se sentía con fuerzas para responder, pero extendió la mano buscando a quien la llamaba.. “Sentí de pronto que alguien tiraba de mí, me sacaba de las duchas. Hoestler (uno de los comandantes del campo) puso una manta sobre mi aterido cuerpo y me llevó en su moto a un hospital en el que permanecí seis semanas. “Como resultado del gas Zyklon B que había inhalado, sufría frecuentes dolores de cabeza y palpitaciones. Cada vez que salía al exterior para respirar mis ojos se cubrían de lágrimas. “Me llevaron al departamento político y supe que al parecer me habían librado de la cámara de gas porque procedía de una cárcel en Lublín, lo que hacía de mi una persona distinta. “Aparte de ese dato, yo era la esposa de un oficial polaco”, señaló Sofía. Ella tuvo mejor suerte que seis millones de judíos que cayeron en las fábricas de matar, por el solo hecho de ser judíos, unos subhombres, como los llamaban, lo mismo que a gitanos, homosexuales, testigos de Jehová, soldados soviéticos, republicanos españoles -seis mil de ellos murieron en el campo de Mauthausen-. La solución final. El crimen más espantoso de la historia. “Nunca más”, se leía después a la entrada de Auschwitz. ¿Nunca más?. (Los Andes)