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Mirando nuestro futuro

MANUEL A. SOLANET (*)

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La terminación de un año, aunque sólo sea una cuestión de calendario, es siempre momento propicio para plantearse el futuro. De hecho es nuestra costumbre y la del resto del mundo, intercambiarnos augurios por el año nuevo. ¿Qué se puede esperar para un 2009 que empezará bajo el signo de una crisis internacional y que además tiene características propias en la Argentina? Se dice que de cada crisis surge una oportunidad. Esto es probablemente cierto, pero lo importante es descubrirla y aprovecharla.


Quienes no creemos en la predeterminación pensamos que el devenir de la historia lo construye el hombre mediante la aplicación de su voluntad, inteligencia y trabajo. Por lo tanto nos esforzamos en interpretar los sucesos, diagnosticar los problemas y proponer soluciones en el marco de nuestros conocimientos y de los principios morales. La Argentina entró en una compleja crisis económica y social y lo hubiera hecho igual aunque no se hubiera producido la crisis internacional. Este es un primer punto importante del diagnóstico para no equivocarse en lo que se debe hacer y no argumentar supuestas culpabilidades ajenas como lo intenta nuestro gobierno. La huída de capitales, la inflación, la insuficiencia de inversión, el aumento del riesgo país y el crecimiento de la pobreza, ya se habían hecho evidentes cuando el resto del mundo vivía aún en la bonanza. El primer mordisco a los fondos de los jubilados en marzo de 2007 y el manotazo sobre el campo con la Resolución 125 para sostener la situación fiscal fueron anteriores al estallido de la crisis internacional. La presunción creciente de un default del gobierno argentino se tradujo en una constante desvalorización de nuestros títulos públicos ya a partir de comienzos del año pasado. En rigor la anormalidad argentina tampoco es un rasgo de la era kirchnerista. Con algunas pocas intermitencias históricas, nuestro país se ha apartado del mundo y viene perdiendo posición relativa desde hace más de sesenta años. En definitiva, no se trata hoy de esperar la superación de la actual crisis internacional. Nuestro problema tiene características propias muy profundas y el cambio lo tendremos que lograr nosotros, los argentinos, con una dirigencia que se haga cargo de sus responsabilidades. Los caminos para que la Argentina emerja de su decadencia y de su crisis no son diferentes de los que caracterizan a otros países que ya lo hicieron exitosamente. Hay doce desafíos esenciales del cambio para un futuro mejor: 1) relaciones internacionales amplias y no sesgadas por alianzas ideológicas que nos aparten del primer mundo; 2) respeto de las reglas y del derecho que rigen internacionalmente; 3) plena seguridad jurídica basada en instituciones sólidas y respetadas, en la división e independencia de poderes y en la honestidad y la ética pública; 4) gestión pública eficiente, subsidiaridad del estado y solvencia fiscal permanente; 5) atención de los compromisos financieros externos e internos; 6) cumplimiento irrestricto de los contratos y respeto del derecho de propiedad; 7) libertad y apertura económica que estimulen la inversión y el desarrollo económico y social; estabilidad monetaria; 9) una promoción social genuina libre de clientelismo y demagogia; 10) erradicación del populismo; 11) seguridad personal, orden público y justicia eficaz; y 12) un clima de reconciliación, paz y unidad nacional que excluya el aliento oficial a los enfrentamientos y el odio, y sepa superar con sabiduría y equilibrio la discordia y las violentas divisiones del pasado. ¿Será 2009 el año de inicio de un cambio profundo y definitivo de la Argentina? Sin duda tendrían que producirse modificaciones políticas de suma importancia. La conversión o la transformación del matrimonio Kirchner no parece algo posible. La trama de sus compromisos ideológicos, sus complejas psicologías, sus resentimientos, y la corrupción de su gobierno, son incompatibles con casi todos los 12 desafíos anteriores. En tales circunstancias, la extrema dureza de la crisis no asegura un corrimiento del kirchnerato hacia la racionalidad, sino más bien un salto hacia delante – más de lo mismo -, o en todo caso una huída. Las fuerzas más representativas de la oposición, incluyendo el peronismo antikirchnerista, no exponen aún la cohesión que les pueda facilitar la fortaleza política para imponer un cambio. Además deberían madurar y despojarse de supuestos doctrinarios y hábitos del pasado que no son compatibles con un país moderno y en condiciones de progresar. Buena parte de la oposición que busca hoy coaligarse, está sólo distanciada del kirchnerismo por sus denuncias de corrupción y por su rechazo a los abusos antirrepublicanos del poder, pero comulga esencialmente con gran parte de sus enfoques estatistas e intervencionistas. En el reciente debate por la estatización de la jubilación privada, los principales partidos de la oposición expresaron su acuerdo con que el sistema debía ser exclusivamente estatal y sólo votaron en contra por temor de la corrupción oficial en el uso de los fondos confiscados. Igualmente, en materia de derechos humanos esos mismos partidos exponen la misma visión asimétrica del kirchnerismo y de los movimientos de izquierda, ya que orientan la acción de repudio y penalización hacia los excesos represivos de las fuerzas armadas y de seguridad, sin agraviarse por la impunidad de los crímenes del terrorismo de los sesenta y los setenta, que motivaron aquella represión. La visión moderna del mundo y la capacidad de sustentar un cambio cultural que saque a la Argentina de sus crisis recurrentes y de su decadencia está por ahora limitada a un número minoritario de dirigentes políticos. Sin embargo hay cada vez mayor cantidad de intelectuales, profesionales, empresarios, líderes religiosos y periodistas que adhieren a esa modernidad promoviendo los principios de la república, la democracia, la libertad y la ética pública. Hay un divorcio evidente entre estas elites y la mayor parte de la militancia política partidaria. La clave para el cambio está en la incorporación y participación activa de la intelligentzia responsable de la Argentina, en la política. Es el desafío número trece, que debe agregarse a la lista anterior. (*) Recibido por Corrientes al Día del Ex Subsecretario de Economía de la Nación

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Opinión

Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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