Después de ponerse de acuerdo entre ellos, los presidentes Néstor Kirchner y Luiz Inacio Lula da Silva se desquitaron ayer cara a cara con su par venezolano, Hugo Chávez, por el fastidio que les causa su creciente injerencia en asuntos delicados del sur del continente.

Le reprocharon con duros términos que hubiera participado, la semana pasada, en una cumbre en Asunción, organizada por Paraguay, Bolivia y Uruguay, con el espíritu de cuestionar la falta de impulso de la Argentina y Brasil al desarrollo de los otros miembros del Mercosur. “Es un infantilismo sumarse a un planteo de chicos contra grandes. Sobre todo cuando Brasil y la Argentina estamos trabajando para superar las asimetrías”, le dijo Kirchner a Chávez, casi al principio de la reunión, según un testigo del diálogo. Chávez, que llegó ayer a San Pablo para sumarse a la cumbre iniciada un día antes por Lula y Kirchner, se defendió primero y se rindió después: “Sólo quise ayudar. Al final, fui de bombero y salí quemado”. Se rieron todos los que estaban en la sala de convenciones del lujoso hotel donde se alojaron los presidentes. LA OCURRENCIA DE CHÁVEZ ENCARRILÓ LA CHARLA Poco antes, Lula lo había encarado con crudeza: le pidió que dejara de alentar al presidente de Bolivia, Evo Morales, en su agresiva política contra la empresa brasileña Petrobras, que tiene concesiones en aquel país. Le pidió, según el relato de un funcionario argentino presente en la sala: “Quisiera que hablaras con Evo. No entiendo por qué está actuando contra nosotros”. El tradicional buen humor de Chávez distendió el clima, inusual en una cumbre entre jefes de Estado, y permitió pasar a debatir el “objetivo oficial” de la reunión: el avance del proyecto para construir un megagasoducto desde el Orinoco hasta Buenos Aires. GASODUCTO Los tres presidentes se fueron por separado y dejaron al canciller brasileño, Celso Amorim, para hacer dos anuncios concretos: Los tres países “consideran viable” y están “muy entusiasmados” con el plan del gasoducto de 10.000 kilómetros. Convocarán una reunión para septiembre de todos los presidentes de América del Sur para invitarlos a sumarse al plan. Un mes antes, prevén presentar los detalles de la traza y la financiación. Y mandar misiones conjuntas a los demás países para “venderles” la idea. De esa forma, Amorim enfatizó que el proyecto (cuyo costo se calcula en unos 25.000 millones de dólares) está en manos de la Argentina, Brasil y Venezuela y que el resto de los países se integrarán “en forma gradual”. Y anticipó que la incorporación de Bolivia (la segunda mayor reserva de gas de la región) al plan será de “gran importancia”. Del lado argentino, el ministro de Planificación, Julio De Vido, también confirmó la idea de “invitar” al país de Morales. A Lula y a Kirchner les había preocupado que Chávez hubiera propuesto en Asunción impulsar un gasoducto que pasara por Paraguay, Bolivia y Uruguay, sin tocar la Argentina y Brasil. En la Casa Rosada lo tomaron como un guiño a Tabaré Vázquez, que en medio del litigio por las papeleras sugirió que temía un corte del suministro de gas argentino. PROTAGONISMO Además, Chávez había sugerido que no le preocuparía la desaparición del Mercosur si era para que naciera una mejor integración. Lula apuró la organización de una reunión urgente en San Pablo cuando vio las imágenes de Asunción. Y le propuso a Kirchner llegar un día antes. Fuentes del gobierno brasileño y de la comitiva argentina confirmaron que Lula y Kirchner le “hicieron saber” a Chávez que preferían que moderara su participación y sus opiniones públicas en temas del sur del continente. “Si hubo algunas conjeturas por mi viaje a Asunción quedó a vuelta de página después de la buena reunión de hoy”, dijo un Chávez sonriente en la conferencia de prensa que dio antes de irse. Lo más cerca que estará de una admisión. Amorim había calificado la reunión como “extremadamente franca”. Ante la prensa, prefirió no ahondar en el tema. Lo que sí confirmó fue que Lula había intentado mediar de parte del presidente de Colombia, Alvaro Uribe, para que Venezuela no abandonara la Comunidad Andina de Naciones (CAN). No funcionó. “La CAN no está en crisis. Está muerta”, dijo Chávez más tarde. Ya en Buenos Aires, un miembro de la comitiva argentina consideró que la reunión fue “un éxito y un alivio”. ¿Por qué? “Un éxito porque avanzamos con el plan del gasoducto. Y un alivio porque desbaratamos el Mercosur paralelo de Asunción.” En la reunión, que duró casi tres horas, los técnicos de cada país desplegaron mapas y estadísticas. Los más activos fueron los venezolanos (ese país tiene el 80 por ciento de las reservas gasíferas de América del Sur). La traza del gasoducto sigue en duda. También cómo se financiará la obra y qué precio tendrá el gas. Chávez sólo dijo ayer que “será muy barato”. Pero lo hizo en comparación con los 12 dólares por unidad que se pagan en Europa. La Argentina y Brasil pagan hasta cinco veces menos por sus importaciones actuales del altiplano. Antes de irse, Chávez sobreactuó la reconciliación. Dijo: “Somos los tres mosqueteros”. Al menos acababa de salir de una batalla novelesca. Fuente: La Nación